domingo, 26 de agosto de 2012

EL SUEÑO NOCTURNO DE LA MARIPOSA


Un día soñé ser mariposa que volaba por el prado. Desde entonces no se si antes era un hombre soñando ser maripos o si ahora soy una mariposa que sueña que es un hombre


Llegué volando a la casa,
volando la rodeé.
El aire se me llevaban:
yo no batía mis alas,
ellas solas se movían
que era cosa como magia.
Pasaba sobre las flores,
no cesaba de volar,
quería pararme un poco,
posarme en la fresca hierba
a la sombra de la casa...
y seguían su aleteo.

De pronto un vivo destello
me cegó mis cientos de ojos
y hasta las alas entonces
también se me estremecieron.
Sentí un dolor muy extraño,
un dolor nunca sentido,
un mareo, un gran peso,
un susto inmenso, mamá qué miedo...
Me levanté no sé cómo,
me levanté como pude:
sangraba por la rodilla,
lloraba por los dos ojos.
Mi madre acudió a los gritos,
y con prisas y corriendo
cuando me quise dar cuenta
tenía la herida lavada
y una venda muy bien puesta.
La casa llena de gente
porque estaban de visita
los mis tíos de Madrid,
que eran los tios muy ricos,
porque tenían dinero
más que flores el jardín
(¡era, el tío, millonario!).
Para mí todo era un gran lío
y me fuí otra vez afuera.
Como dolía la pierna
me puse a volar de nuevo.

Ahora eran buenas las alas
y me llevaban suaves
a una gran hoja de parra
y allí me quedé dormido.
-¡Buenos días, Volvoreta!
¡Cuánto te gusta dormir!
Los enormes fasciculados ojos
de mi amigo Florivuela
sobre su espiritrompa asomando
esperaban impacientes
que dejase de soñar,
que despertase a volar.
A mi amigo Florivuela
le entusiasmaba volar
y pararse en cada flor
un segundo y nada más,
chupa-chupa, come-come
polen, néctar, los olores...
ni flor quería dejar.
Sólo el frío de la noche
le podía detener
y exhausto se adormecía
hasta sólo amanecer,
así un día y otro día,
no podía comprender
cómo dormía yo tanto
cómo tan poco el dormía.

Cuando aclaré el despertar
y recordé la rodilla
pegué un salto y solté un grito
que hasta un grillo envidiaría.
Florivuela llevó un susto
y quedó patas arriba;
cuando se daba la vuelta
y los dos nos sujetamos
se lo repetí más bajo,
mas con igual entusiasmo:
-¡He soñado que era un niño!
-¡Tú siempre sueña que sueña,
de soñar vas a morirte
que nunca chupas el néctar,
yo no sé cómo resistes!

Hoy soñé ser mariposa
que soñaba que era un niño
o quizás es que soñando
está el insecto conmigo

1 comentario:

  1. Me trae recuerdos de la película "La lengua de las mariposas".
    Ornitorrincoooooooo

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