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jueves, 12 de marzo de 2015

LA VIRGEN DE CRISTAL, ¡ROTA!

LA VIRGEN DE CRISTAL...¡ROTA!!!!
Han matado a su buen cura. Quien la cuidaba, quien la enseñaba, ¡ay! confiando en todo el mundo, como si todo el mundo fuese tan bueno como él. ¡Pobre cura bueno e ingenuo!! Pocos quedan como él. Él, que nos puso la Virgen en la mano y se fue, confiado, a buscar estampas..."Udes tiene cara de buena gente", nos dijo.
Ayer alguien con cara de buena gente, le quitó la vida y puede ser que la Virgen del Cristal, la más pequeña con Dia Santo y romería, la más bonita.
No hace falta ser creyente para adorar una imagen. Porque es adorable, miradla si no.

miércoles, 20 de marzo de 2013

YO, FRANCISCANO

Igual que siendo republicano me apelo "juancarlista" (no debía, ya lo sé), me llamo "franciscano" siendo más ateo que Dawkins.
Así que perdonaréis (y, si lo leeis, agradeceréis) que copie y pegue el artículo que un tal  Alejandro Borensztein escribió el otro día. 
El preámbulo es de un primo argentino, de los muchos que los gallegos tenemos allá (donde a TODOS los españoles llaman "gallegos", mioreusté)


ES UN POCO LARGO , PERO RESUME HUMORÍSTICAMENTE LA SITUACIÓN , no te voy a contar por lo que estamos pasando , sólo te diré que la violencia verbal es tremenda , hasta la señora dijo por cadena nacional que los diabéticos éramos personas de alto poder adquisitivo , que comíamos mucho y hacíamos vida sedentaria . Ella tendría que ser la diabética número uno del país , ya que hizo una fortuna gobernando.
Y las muertes por la otra violencia aumenta día a día
Como Bergoglio (Vecino de nuestro barrio ), a todos los gobernantes les decía cosas , cuando metían la pata con el pueblo , no lo podían ver , él ni ella . , por eso Boresztein escribió este artículo


Antes que nada Su Santidad, felicitaciones. No sabe lo contentos que estamos en el kirchnerismo por su designación. Chochos. 
Mucho no se nota porque somos gente sencilla, poco amigos de lo emotivo. Nos gusta el perfil bajo, no somos sensibleros ni tenemos el llanto fácil. Y la verdad es que nos agarró de sorpresa. Pero le prometemos que vamos a sumarnos al festejo de todo el pueblo argentino. Prontito nomás.
En cuanto nos bajen la dosis de Alplax y nos den el alta.
Al final, Usted y los kirchneristas nos parecemos: Usted pasó a ser el representante de Dios en la Tierra, y nosotros somos los representantes de Él (K.). Y ahora también de Aquel (¿ya le avisaron que Aquel es el bolivariano, no?).
Al principio nos descolocó un poco su primer mensaje: “Austeridad y humildad”. Caramba, que contrariedad. “Despilfarro y soberbia” nos calzaba mejor, pero bueno… vamos a tener que reconvertir a todo el kirchnerismo. Para nosotros sería como pasar de nafta a gas, vio? ¿Podemos ir haciendo una transición suave? 
Tampoco queremos que usted tenga una falsa impresión de nosotros. Si bien ni Él ni Ella jamás le fueron al Tedeum en la Catedral, ni los 9 de Julio ni los 25 de Mayo, le juro que no fue nada personal. Lo que pasa es que entre una cosa y la otra, se les complicaba. Además siempre cae feriado, pleno invierno.
A veces cuesta salir de la camuchi. Pero a partir de ahora, no va a volver a suceder. 
También sabemos que le pidió a la Jefa 14 audiencias y nunca lo atendió. Seguro que fue un malentendido. Lo que pasa es que a veces las telefonistas no le pasan los mensajes. Pero tranquilo, ya las despedimos a todas.
Reconocemos que en el momento del anuncio, los diputados kirchneristas estuvieron flojitos al negarse a interrumpir la sesión legislativa para saludar su designación y escuchar en vivo su discurso. Nosotros sabemos que el Papa es el Papa, pero usted también entienda que Julián Domínguez es Julián Domínguez. Además la sesión no podía suspenderse, en cambio a Usted lo podíamos ver a la noche en los editaditos que hace la falange oficial de propaganda neofascista. Y de última, está en YouTube. 
Con respecto a toda le legión de kirchneristas que andan desesperados buscando fotos suyas con algún milico del Proceso, quédese tranquilo que ya los frenamos. Paramos la búsqueda porque en cuanto abrimos los placares se nos vinieron encima las fotos de Timerman con Videla, las de Él (K) con los militares de Río Gallegos, las de Alicia como funcionaria del Proceso, y todas las fotos de Boudou en la UCeDé, cuando la UCeDé apoyaba los indultos y reivindicaba la lucha antisubversiva. Tema terminado. Quemamos todas las fotos y si te he visto no me acuerdo, ta?
Además si se fija bien, ya frenamos a los compañeros que de entrada amagaron maltratarlo. Cada tanto se nos escapa alguno como D’Elía que dijo “Francisco es el nuevo intento del Imperio para destruir la unidad latinoamericana” … pero hay que entenderlo, es un pensador moderno. De todos modos no le vamos a dar más bola. Es más, mañana tempranito vamos a suspender el plan “Antisemitismo para Todos”.
Sea comprensivo y tenga misericordia. Al kirchnerismo con Su Santidad le está pasando lo mismo que a esas familias que se pasan la vida maltratando a un cuñado y un día el tipo se saca la lotería. 
También le pedimos que no le guarde rencor a Boudou por haber dicho a fin de año que “el documento de la Iglesia no le importa a nadie”. Fue sin querer, lo que pasa es que con las Fiestas, el lechoncito adobado, la sidra, el vittel toné y los turrones, uno termina diciendo boludeces. Pero es un buen muchacho. Cuando usted venga vamos a ir a cenar todos juntos y va a ver que es un jodón bárbaro. Y sus amigos, ni le cuento.
Sabemos que ya está planeando una visita a la Argentina. Avise con tiempo así lo organizamos bien. Va a ser la manifestación más grande de la historia. Justo en un año electoral. Seguramente usted va a querer dejar un mensaje de amor, concordia, y contra la pobreza y la corrupción. Qué alegría.
¿Lo podríamos dejar para después de octubre?
Para cuando empieza el tiempo lindo y los primeros calorcitos. En invierno hace frío. ¿Qué necesidad?
Con lo que tenemos un pequeño problemita es con los rankings. Usted sabe que hasta el miércoles pasado, el hincha de San Lorenzo más famoso era Tinelli. Ahora pasó a ser el segundo, lo cual no tiene ninguna importancia. El problema es que el cabezón también era el segundo argentino más influyente del país y ahora pasó a ser el tercero. Eso tampoco tiene ninguna importancia porque el verdadero problema es que la que estaba primera ahora está segunda y no sabemos cómo decírselo. ¿Hay alguna chance de que por un tiempo, Usted use otra nacionalidad? ¿Tiene pasaporte italiano? Hasta que ella se acostumbre, vio?
De todos modos, el martes vamos a andar por allá. Vamos todos. Es más, lo llevamos a Alfonsín y a Lorenzetti como muestra de cuánto queremos a la oposición y a la Justicia. Somos muchos en el avión, pero de última los ponemos en la bodega. También van algunos pibes de La Cámpora. Ya nos avisaron que no se puede escupir a los líderes del imperialismo y la sinarquía internacional desde los palcos de la Basílica de San Pedro. ¿Papelitos y globos de Clarín Miente tampoco? Después queríamos ir a la Capilla Sixtina a cantar la marchita, ¿habrá algún problema? Si no, no se preocupe, está todo bien. En todo caso, la próxima. No va a faltar oportunidad.
Tenemos un asuntito más, a ver si nos puede ayudar. ¿Vio que frente a Usted hay que arrodillarse o hacerle una reverencia y besarle el anillo? Le explico, la Compañera Jefa no está acostumbrada a esas cosas. No es por nada, pero ella tiene algunos problemitas con la autoridad, la Constitución, la Justicia, la división de poderes, la República.
Le cuesta aceptar algo por encima de ella, vio?
¿Se podrá hacer una excepción? ¿Podemos decir que anda con lumbalgia? O por ahí cuando ella se acerca, antes de que se agache, usted la frena y le dice “tu no, hija mía”, así usted queda como un duque y nosotros zafamos. Si no, el vuelo de regreso va a ser un martirio y cuando lleguemos a Buenos Aires va estar hecha una furia, va a hablar dos horas por cadena nacional, va a hacer un desastre. Ya la conocemos.
Por último le queremos pedir un favorcito. Ahora que usted va a andar por adentro del Vaticano… ¿No nos haría la gauchada de escanearnos ese parrafito que dice que los papados son de por vida? De curiosos nomás. Por ahí nos sirve. Sin apuro. Cuanto tenga un ratito libre, Su Santidad

Alejandro Borensztein

domingo, 10 de marzo de 2013

ESTENOSIS DE CANAL


JJ
La estenosis del canal lumbar es un angostamiento en el espacio de la parte baja de la columna por donde pasan los nervios que se dirigen hacia sus piernas. Este espacio es muy pequeño. Se hace aún más pequeño si el hueso y el tejido alrededor del mismo crecen. Se toman muchos años para que este hueso y tejido crezcan.

A medida que el canal de la columna lumbar se achica los nervios que pasan a través de éste se comprimen. Esta compresión puede causar dolor en la espalda, dolor en la pierna y debilidad en la pierna 
La gente con estenosis usualmente tiene dolor en la espalda la mayoría del tiempo. También pueden tener dolor en la pierna, adormecimiento o debilidad. El dolor en la pierna y el adormecimiento usualmente comienza cuando uno se levanta y comienza a caminar o a hacer ejercicio. El dolor en la pierna ha sido descrito como una sensación de pinchazo o ardor que puede comenzar en se comienza a caminar.

Estos son los síntomas de una condición llamada claudicación neurógena de las piernas. La claudicación neurógena de las piernas comienza cuando se levanta, empeora cuando camina y se mejora cuando deja de caminar. Con frecuencia, el dolor en la pierna mejora cuando se agacha o cuando se acuesta en posición fetal: de lado con sus rodillas dobladas contra el pecho. Se cree que estas posiciones "abren" el canal lumbar y quitan la presión de los nervios que se dirigen hacia las piernas.
 
Hay varias opciones de tratamiento dependiendo de qué tan fuertes son sus síntomas. Si su dolor es leve y no lo ha tenido durante mucho tiempo, puede intentar un programa de ejercicio o de fisioterapia para fortalecer los músculos de la espalda y mejorar su postura. En el caso del pilates, su médico y el monitor de pilates le recomendarán que máquinas y ejercicios hacer para este fin, y que no dañen su espalda. Su médico también puede prescribirle medicamento para la inflamación (dolor e hinchazón) de su columna.

Si usted tiene dolor de espalda fuerte y claudicación, es probable que necesite un cirujano de la columna. Este médico le puede recomendar cirugía para liberar la presión de los nervios en la parte baja de su columna. La cirugía se conoce con el nombre de laminectomía puesto que se sacan partes de su columna llamadas lámina con el objeto de abrir el espacio para los nervios dentro del canal de la columna. Esta cirugía funciona bien para muchas personas.
Un saludo.

viernes, 19 de octubre de 2012

EINSTEIN CONTESTA A PEPE EL DEL MONTJGÓ)


Pes eso, que Alberto ha leído el último comentario de PEPE y esta es su respuesta desde el más allá (es desde el pasado, mirad la fecha del artículo, por eso está allá)
¿La religión y la ciencia son irreconciliables?
¿Existe ciertamente una contradicción insuperable entre religión y ciencia? ¿La    ciencia puede reemplazar a la religión? A lo largo de los siglos, las respuestas a estas preguntas han originado considerables polémicas y, más todavía, luchas muy agrias. Sin embargo, estoy convencido de que una consideración desapasionada de ambas cuestiones sólo nos llevaría desapasionada de ambas cuestiones sólo nos llevaría a una respuesta negativa. Lo que complica la cuestión es, sin duda, el hecho de que mientras la mayoría coincide sin dificultad en lo que se entiende por "ciencia" difiere en el significado de "religión". Respecto a la ciencia es posible definirla, para nuestros propósitos, como "pensamiento metódico encaminado a la determinación de conexiones normativas entre nuestras experiencias sensoriales". La ciencia produce conocimiento de manera inmediata, y medios de acción de modo indirecto. Conduce a la acción metódica si primero se establecen objetivos definidos. Mas la función de establecer objetivos y de definir juicios de valor trasciende su propio fin. Aunque es cierto que la ciencia, en la medida en que capta conexiones causales puede llegar a conclusiones importantes sobre la compatibilidad e incompatibilidad de objetivos y valoraciones, las definiciones independientes y esenciales sobre objetivos y valores
quedan fuera de su alcance.
Por otra parte, en lo que atañe a la religión suele haber acuerdo en que su dominio abarca objetivos y haber acuerdo en que su dominio abarca objetivos y valoraciones y, en síntesis, la base emotiva del pensamiento y las acciones de los seres humanos, en
cuanto no estén predeterminados por la inalterable estructura hereditaria de la especie. La religión enfoca la actitud del hombre frente a la naturaleza en su conjunto, establece ideales para la vida individual y comunitaria, y las mutuas relaciones humanas. La religión trata de alcanzar esos ideales al ejercer una influencia educadora en la  radición por la elaboración y difusión de determinados pensamientos y narraciones de fácil acceso — epopeyas y mitos— capaces de influir en la valoración y la acción dentro del marco de los ideales afectados.
Este contenido mítico, o mas bien simbólico, de las tradiciones religiosas suele entrar en conflicto con la ciencia. Esto sucede siempre cuando tal conjunto de ideas religiosas contiene afirmaciones dogmáticamente establecidas sobre temas que pertenecen al campo de la ciencia. Resulta esencial, pues, para preservar la verdadera religión, evitar esos conflictos siempre que surjan en temas que, en realidad, no son decisivos surjan en temas que, en realidad, no son decisivos para la consecución de los objetivos religiosos. Al considerar las diversas religiones existentes en cuanto a su esencia, es decir, si las despojamos de sus mitos, no me parece que difieran tan fundamentalmente como pretenden los defensores de la teoría "relativista" o convencional. Y esto no debe sorprendernos. Las actitudes morales de un pueblo que se apoya en la religión han de estar siempre encaminadas al objetivo de mantener y preservar la salud y la vitalidad comunitarias y las de los miembros de la comunidad, ya que de lo contrario la comunidad perecería. Un pueblo que honrase la falsedad, la difamación, el fraude y el asesinato no podría subsistir durante mucho tiempo.
Así, cuando nos enfrentamos con un caso concreto no es tarea fácil determinar claramente lo que es deseable y lo que no lo es; resulta algo tan difícil como definir con exactitud lo que hace que un cuadro o una sinfonía sean buenos. Es lo que se aprecia mejor de modo intuitivo que mediante la comprensión racional. De igual forma, los grandes maestros morales de la humanidad fueron de algún modo genios artísticos del arte de vivir. Aparte de los modo genios artísticos del arte de vivir. Aparte de los preceptos más elementales, nacidos directamente del deseo de mantener la vida y eliminar los sufrimientos innecesarios, hay otros que sin ser en apariencia del todo mensurables según las normas básicas, les concedemos, empero, la debida importancia. ¿Debe buscarse, por cierto, la verdad de manera incondicional, aun cuando obtenerla entrañe grandes sacrificios en esfuerzo y felicidad? Existen muchas cuestiones de este tipo que no pueden tener una solución adecuada desde una favorable posición racional, o que carecen de respuesta posible. Sin embargo, no creo que sea correcto el llamado punto de vista "relativista", ni siquiera en el caso de las decisiones morales más sutiles. Si observamos las condiciones de vida actuales de la humanidad civilizada, aun según el aspecto de las normas religiosas más elementales, sentimos, sin duda, una desilusión muy dolorosa ante lo que se nos ofrece. Porque en tanto la religión prescribe amor fraterno en las relaciones entre individuos y grupos, el escenario más semeja un campo de batalla que una comunidad hermanada. El principio rector es en todas comunidad hermanada. El principio rector es en todas partes, tanto en la vida económica como en la política, la lucha implacable por el éxito a expensas del prójimo. Este espíritu competitivo predomina hasta en las escuelas y universidades y al destruir todos los sentimientos de cooperación y fraternidad, concibe el triunfo no como algo que emerge del amoral trabajo fecundo y concienzudo, sino como algo que nace de la ambición personal y del temor al rechazo.
Hay pesimistas que sostienen que esta situación es inevitable, inherente a la naturaleza de los seres humanos. Quienes proponen estas opiniones son los enemigos de la religión; sostienen implícitamente que las doctrinas religiosas son ideales utópicos no aptos para regir los problemas humanos. El estudio de las normas sociales de ciertas culturas llamadas primitivas habría demostrado de modo claro, que tal posición negativa carece por completo de base. Los interesados en estos temas, cruciales en el estudio de la religión, deberían leer lo que nos dice de los indios pueblo el libro Pattern of Culture de Ruth Benedict.
Al parecer, esta tribu ha logrado, en las condiciones de vida más duras, el difícil objetivo de liberar a sus miembros de la presión del espíritu competitivo e inculcarles una forma de vida fundada en la moderación y la cooperación, libre de coacciones externas y sin ninguna restricción de la felicidad.
La interpretación de la religión aquí expuesta implica una subordinación de la ciencia a la actitud religiosa, una relación que se menosprecia con demasiada facilidad en esta época materialista por excelencia. Si bien es cierto que los resultados científicos son desde luego independientes de las consideraciones morales o religiosas, no hay duda deque todos los individuos a los que debemos los grandes descubrimientos fecundos de la ciencia se hallaban imbuidos de la convicción, genuinamente religiosa, de que este universo nuestro es algo perfecto y susceptible de un análisis racional. Si esta confianza no hubiese sido tan arraigada y emotiva y si esta búsqueda de conocimientos no se hubiese inspirado en el Amor Dei intelectualis (Amor intelectual de Dios, frase de la Ética de Spinoza), no es comprensible cómo hubieran podido desplegar esa es comprensible cómo hubieran podido desplegar esa devoción infatigable que es lo único que permite al hombre alcanzar sus mayores triunfos.
(1948)__

miércoles, 17 de octubre de 2012

PALABRA DE DIOS


Ciencia y religión


En el transcurso del siglo pasado y parte del anterior se sostuvo de manera generalizada que existía un conflicto insalvable entre la ciencia y la fe.
La opinión que predominaba entre las personas de ideas avanzadas afirmaba que había llegado la hora de que el conocimiento, la ciencia, reemplazase a la fe; toda creencia que no se apoyara en el conocimiento era superstición y, como tal debía ser combatida. De acuerdo con esta concepción, la educación tenía como única función abrir el camino al pensar y al conocer, y la escuela, como instrumento decisivo de la instrucción del pueblo, debía servir sólo a este fin.
Sin duda es difícil hallar, si se la encuentra, una exposición tan simple del punto de vista racionalista; toda persona sensata puede ver en efecto lo unilateral de esta exposición. Sin embargo también es aconsejable exponer una tesis nítida y concisa si se aconsejable exponer una tesis nítida y concisa si se quieren aclararlas ideas respecto a la naturaleza de este problema.
Por supuesto que el mejor medio de defender cualquier convicción es fundarla en la experiencia y en el razonamiento. Tenemos que aceptar en este caso el racionalismo extremo. El punto débil de esta concepción resulta, empero, que esas ideas que son inevitables y determinan nuestra conducta y nuestros juicios no pueden basarse sólo en este único procedimiento científico.
En efecto, el método científico no puede mostrarnos más que cómo se relacionan los hechos entre sí y cómo se condicionan mutuamente.
El deseo de alcanzar este conocimiento objetivo pertenece a la máxima exigencia de que es capaz el hombre, y pienso, por cierto, que nadie sospechará que intente reducir los triunfos y las luchas heroicas del hombre en este ámbito. Sin embargo, es manifiesto también que el conocimiento de lo que es no da acceso directo a lo que debería ser. Se puede tener el conocimiento más claro y completo de lo que es, y no lograr, en efecto, deducir de ello lo que debería ser la finalidad de nuestras aspiraciones debería ser la finalidad de nuestras aspiraciones humanas. El conocimiento objetivo nos proporciona poderosos instrumentos para conseguir ciertos fines, pero el objetivo último en sí y el propósito de alcanzarlo deben venir de otra fuente. No creo que sea necesario siquiera defender la tesis de que nuestra existencia y nuestra actividad sólo asumen sentido por la prosecución de un objetivo tal y los valores correspondientes. El conocimiento de la verdad como tal es admirable, mas su utilidad como guía es tan escasa que no es posible demostrar ni la justificación ni el valor de la aspiración hacia ese mismo conocimiento de la verdad. Por consiguiente, nos enfrentamos aquí con los límites de la concepción puramente racional de nuestra existencia.
Sin embargo, no debe suponerse que el pensamiento inteligente no desempeñe algún papel en la formación de lo objetivo y de los juicios éticos.
Cuando se comprende que ciertos medios serían útiles para la consecución de un fin, los medios en sí se convierten entonces en un fin. La inteligencia nos aclara la interrelación entre medios y fines.
Empero, el simple pensamiento no es capaz de Empero, el simple pensamiento no es capaz de proporcionarnos un sentido de los fines últimos y fundamentales. Penetrar estos fines y estas valoraciones esenciales e introducirlos en la vida emotiva de los individuos, me parece, de manera concreta, la función más importante de la religión en la vida social del hombre. Y si nos preguntamos de dónde se deriva la autoridad de tales fines esenciales, puesto que no pueden fundarse y justificarse en la razón, sólo diremos: son, en una sociedad sana, tradiciones poderosas, que influyen en la conducta, en las aspiraciones y en los juicios de los individuos.
Esto es, están allí como algo vivo, sin que resulte indispensable buscar una justificación de su existencia. Adquieren fuerza no mediante la demostración sino de la revelación, a través de personalidades vigorosas. No es posible tratar de justificarlas, sino captar su naturaleza de modo simple y claro.
Los más elevados principios de nuestras aspiraciones y juicios nos los proporciona la tradición religiosa judeocristiana. Es un objetivo muy digno que, con nuestras débiles fuerzas, sólo logramos alcanzar muy pobremente, si bien proporciona una base segura a nuestras aspiraciones y valoraciones. Si se separa este objetivo de su forma religiosa y se examina en su mero aspecto humano, tal vez sea posible exponerlo así: Desarrollo libre y responsable del individuo, de modo que logre poner sus cualidades, con libertad y alegría al servicio de toda la humanidad.
No se intenta divinizar a una nación, a una clase ni tampoco a un individuo. ¿No somos todos hijos de un padre, tal como se dice en el lenguaje religioso? En verdad, tampoco correspondería al espíritu de este ideal la divinización del género humano, como una totalidad abstracta.
Sólo tiene alma el individuo. Y el fin superior del individuo es servir más que regir, o superarse de cualquier otro modo.
Si se examina la sustancia y se olvida la forma, pueden considerarse además estas palabras, como expresión de la actitud democrática esencial. El verdadero demócrata, igual que el hombre religioso, no puede adorar a su nación en el sentido corriente del término. ¿Cuál es, pues, en este problema, la función de la
educación y de la escuela? Debería ayudarse al joven a formarse en un espíritu tal que esos principios esenciales fuesen para él como el aire que respira.
Sólo la educación puede lograr este propósito. Si se tienen estos elevados principios claramente a la vista, y se los compara con la vida y el espíritu de la época, se comprueba con pena que la humanidad civilizada se halla en la actualidad en un grave peligro. En los estados totalitarios los propios dirigentes se
esfuerzan por destruir este espíritu de humanidad. En las zonas menos amenazadas son el nacionalismo y la intolerancia, la opresión de los individuos por medios económicos los que pretenden asfixiar esas valiosísimas tradiciones.
La conciencia de la gravedad de esta amenaza crece, sin embargo, entre los intelectuales, y se buscan con afán los medios para contrarrestar el peligro tanto en el dominio de la política nacional e internacional como en el de la legislación o de la organización en general.
Tales esfuerzos son, por cierto, indispensables. Los antiguos, sin embargo, sabían algo que al parecer nosotros hemos olvidado. Todos los medios resultan instrumentos inútiles si tras ellos no alienta un espíritu vivo. Mas si el designio de lograr el objetivo actúa poderosamente dentro de nosotros, no nos han de faltar fuerzas para encontrar los medios que conviertan ese objetivo en realidad.
II
No resultaría difícil concordar en cuanto a lo que entendemos por ciencia. Ciencia es la tarea, secular ya, de agrupar, mediante el pensamiento sistemático, los fenómenos perceptibles de este mundo dentro de una asociación lo más amplia posible. De manera esquemática es intentar una reconstrucción posterior de la existencia a través del proceso de conceptualización. Pero si me pregunto qué es la religión no logro encontrar una respuesta adecuada.
Y hasta después de hallar la que consiga satisfacerme en ese momento concreto, sigo convencido de que nunca podré, de ningún modo, unificar, aunque sea en parte, los pensamientos de todos los que han brindado una consideración seria a esta cuestión.
Así, pues, en lugar de plantear qué es la religión, preferiría elucidar lo que caracteriza las aspiraciones de una persona que a mí me parece religiosa: esta persona es la religiosamente ilustrada, la que se ha liberado, en la medida máxima de su capacidad, de las trabas de los deseos egoístas y se entrega a pensamientos, sentimientos y aspiraciones a los que se adhiere por el valor supra personal que poseen. se adhiere por el valor supra personal que poseen.
Creo que lo importante es la fuerza de este contenido supra personal y la profundidad de la convicción relacionada con su irresistible significado, independientemente de toda tentativa de unir ese contenido con un ser divino, ya que de otro modo no se podría concluir a Buda y a Spinoza entre las personalidades religiosas. Por consiguiente, una persona religiosa es devota en tanto no tiene duda alguna de la significación y elevación de aquellos objetos y fines suprasensibles que no requieren un fundamento racional ni son susceptibles de él. Existen de la misma manera inevitable y natural con que se da el individuo. La religión es así el viejo intento humano de alcanzar clara y completa conciencia de esos objetivos y valores y fortalecer y ampliar de continuo su efecto. Si se concibe la religión y la ciencia según lo dicho, resulta imposible un conflicto entre ellas.
Pues la ciencia sólo puede afirmar lo que es, mas no lo que debiera ser, y fuera de su ámbito son necesarios juicios de valor de todo tipo. La religión, por lo demás, enfoca sólo valoraciones de pensamientos y acciones humanos: no puede hablar, pensamientos y acciones humanos: no puede hablar, esto es claro, de datos y relaciones entre datos. De acuerdo con esta interpretación, los conocidos conflictos entre religión y ciencia del pasado, deben atribuirse, sin duda, a una concepción errónea de la situación que se ha descrito. Nace, por ejemplo, un conflicto cuando una comunidad religiosa insiste en la veracidad absoluta de todas las afirmaciones contenidas en la Biblia. Esto significa la intromisión, de la religión en la esfera de la ciencia; aquí tenemos, pues, que situar la lucha de la Iglesia contra las doctrinas de Galileo y Darwin. Además, algunos representantes de la ciencia han pretendido llegar a juicios esenciales sobre valores y fines con la base del método científico, y se han enfrentado con la religión.
Todos esos conflictos han originado errores fatales.
Empero, aunque los dominios de la religión y de la ciencia se hallan en sí mismos muy diferenciados, existen entre ambos relaciones y dependencias mutuas. Si bien la religión puede ser la que determine el objetivo, sabe, en efecto, a través de la ciencia, en el sentido más amplio, qué medios contribuirán al el sentido más amplio, qué medios contribuirán al logro de los objetivos diseñados. Mas la ciencia sólo pueden crearla quienes de manera profunda están imbuidos de un deseo ferviente de alcanzar la verdad y de comprender las cosas. Y este sentimiento surge, por supuesto, de la esfera de la religión. Asimismo pertenece a ella la fe en la posibilidad de que las normas válidas para el mundo de la existencia sean racionales, es decir, comprensibles mediante la razón. No puede imaginar que exista un solo científico sin esta arraigada fe. La situación puede expresarse con una imagen. La ciencia sin religión es coja; la religión sin ciencia ciega. Aun cuando he dicho antes que no puede existir por cierto verdadero conflicto entre la religión y la ciencia, debo matizar, pues, tal afirmación, de nuevo, en un punto esencial, en lo que respecta al contenido real de las relaciones históricas. Esta diferenciación se refiere al concepto de Dios. Durante la etapa primitiva de la evolución espiritual del género humano, la fantasía de los hombres creó dioses a su propia imagen que con su voluntad parecían determinar el mundo de los fenómenos, o que hasta cierto punto mundo de los fenómenos, o que hasta cierto punto influían en él. El hombre intentaba atraerse la voluntad de estos dioses en su favor a través de la magia y la oración. La idea de Dios dé las religiones que se enseña hoy es una sublimación de ese antiguo concepto de los dioses. Su carácter antropomórfico lo muestra, por ejemplo, la circunstancia de que los hombres apelen al ser divino con oraciones y súplicas para obtener sus deseos.
No se negará, sin duda, que la idea de que exista un dios personal omnipotente, justo y misericordioso proporciona al hombre solaz, ayuda y guía, y además, en virtud de su sencillez, resulta accesible hasta para las inteligencias menos desarrolladas. Por otra parte, sin embargo, esta idea incluye una falla básica, que el hombre ha percibido de manera dolorosa desde el fondo de la historia. Vale decir, si este ser es omnipotente, todo acontecimiento, incluidas las acciones humanas, los pensamientos humanos y los sentimientos y aspiraciones humanos resultan también obra suya. ¿Cómo pensar que los hombres sean responsables de sus actos y de su conducta ante tal ser todopoderoso? AI adjudicar premios y castigos, ser todopoderoso? AI adjudicar premios y castigos, estaría en cierto modo juzgándose a sí mismo.
¿Cómo conciliar esta premisa con la bondad y rectitud que se le concede? La fuente principal del rozamiento entre la religión y la ciencia se halla, por consiguiente, en este concepto de un dios personal. El objetivo de la ciencia es establecer normas generales que determinen la conexión recíproca de objetos y hechos en el espacio y en el tiempo.
Estas normas o leyes de la naturaleza, exigen una validez general absoluta no probada. Se trata en esencia de un programa, y la fe en la posibilidad de su cumplimiento sólo se funda, en principio, en éxitos parciales. Pero es difícil que alguien negara esos éxitos parciales y los atribuyera a la ilusión humana. El hecho de que al basarse en tales leyes sea posible predecir el curso temporal de los fenómenos era ciertos dominios con gran precisión y certeza, está muy arraigado en la conciencia del hombre moderno, aunque haya captado una parte mínima de las citadas leyes. Es suficiente que piense que los movimientos de los planetas dentro del sistema solar pueden calcularse previamente con gran exactitud a partir de calcularse previamente con gran exactitud a partir de un número limitado de leyes simples. De igual modo, si bien en forma menos precisa, es posible calcular por adelantado el funcionamiento de un motor eléctrico, un sistema de transmisión o un aparato de radio, aun cuando se trate de inventos recientes. Por supuesto, si el número de factores que intervienen en un complejo fenoménico es demasiado grande, en la mayoría de los casos nos falla el método científico. Basta pensar en la meteorología, y que advirtamos que la predicción del tiempo, hasta por un período de algunos días, resulta imposible: Nadie duda, por cierto, que se trata de una conexión causal cuyos componentes necesarios conocemos en su mayoría. Los fenómenos de este campo no permiten una predicción exacta debido a la variedad de los factores implicados, no a una falencia de las leyes de la naturaleza.
No hemos penetrado tanto en las regularidades que se derivan del reino de las cosas vivas, pero sí lo suficiente, empero, para advertir al menos la norma de necesidad fijada. Pensemos al respecto en el orden sistemático de la herencia, y en el efecto de los orden sistemático de la herencia, y en el efecto de los tóxicos, el alcohol, por ejemplo, en la conducta de los seres humanos. Lo que falta en este ámbito es captar las conexiones de generalidad profunda, mas no un conocimiento del orden de sí mismo.
Cuanto más consciente es un hombre de la regularidad ordenada de todos los acontecimientos, más sólida es su convicción de que no queda espacio al margen de esta regularidad ordenada por caudal de naturaleza distinta. Para él no existirá la norma de lo humano ni la norma de lo divino como causa independiente de los acontecimientos naturales. No cabe duda de que la ciencia no refutará nunca, en el sentido estricto, la doctrina de un Dios personal que interviene en los hechos naturales, donde esta doctrina siempre puede refugiarse en aquellos dominios en los que aún no ha logrado afianzarse el conocimiento científico.
Estoy convencido, sin embargo, de que si los representantes de la religión adoptasen esa conducta no sólo sería indigno sino también fatal para ellos.
Pienso que una doctrina que es incapaz de mantenerse a la luz, sino que debe refugiarse en las mantenerse a la luz, sino que debe refugiarse en las tinieblas, perderá de manera irremediable su influencia sobre el género humano, con un daño enorme para éste. En su lucha por un ideal ético los profesores de religión deben tener suficiente formación para prescindir de la doctrina de un Dios personal, esto es, desechar esa fuente de miedo y esperanza que proporcionó en el pasado un poder inmenso a los sacerdotes. Tendrán que apelar en su labor a las fuerzas que sean capaces de cultivar el bien, la verdad y la belleza en la humanidad. Por supuesto que es una tarea más difícil, aunque. mucho más meritoria y noble. Si los maestros religiosos consiguen realizar la tarea indicada verán, en efecto, con alegría que la auténtica religión resulta dignificada por el conocimiento científico que la tornará más profunda. Si uno de los objetivos de la religión es liberar al género humano de los temores, deseos y anhelos egocéntricos, el razonamiento científico puede ayudar también a la religión en otro sentido. Si bien es cierto que el propósito de la ciencia es descubrir reglas qué permitan asociar y predecir hechos, no es éste su único fin. Quiere reducir también las conexiones descubiertas al menor número posible de elementos descubiertas al menor número posible de elementos conceptuales mutuamente independientes. En esta búsqueda de la unificación racional de lo múltiple se hallan sus mayores éxitos, aunque sea por cierto este intento el que crea el mayor riesgo de ser víctima de ilusiones. Mas quien haya pasado por la profunda experiencia de un avance positivo en este dominio se sentirá conmovido por un reverente respeto hacia la racionalidad que se manifiesta en la vida. A través de la comprensión logrará liberarse en gran medida de los engaños de las esperanzas y los deseos
personales, y alcanzará así esa actitud mental humilde ante la grandeza de la razón encarnada en la existencia, que resulta inaccesible al hombre en sus dimensiones más hondas.
Ciertamente, esta actitud me parece religiosa en el sentido más elevado del término. Y diría asimismo que la ciencia no sólo purifica el impulso religioso de la escoria del antropomorfismo sino que contribuye a una espiritualización de nuestra concepción de la vida.
En tanto más progrese la evolución espiritual de la especie humana, más cierto resulta que el camino que lleva a la verdadera religiosidad pasa, no por el miedo lleva a la verdadera religiosidad pasa, no por el miedo a la vida y el miedo a la muerte y la fe ciega, sino por la lucha en favor del conocimiento racional. Es evidente, en este sentido, que el sacerdote debe convertirse en profesor y maestro si desea cumplir con dignidad su elevada misión educadora.
(1939 y 1941). (Albert Einstein)

martes, 9 de octubre de 2012

LA CARTA


Y yo que siempre creí que Alberto creía, y yo que me creía en esto más listo que Alberto... mi gozo en un pozo, qué cruz la mía.

 La palabra Dios no es más que una expresión y un producto de la debilidad humana. La Biblia es una colección de honorables, pero primitivas, leyendas bastante infantiles. Ninguna interpretación, por más sutil que sea, puede cambiar esto para mí.

La religión judía, al igual que el resto de las religiones, es una encarnación de las supersticiones más infantiles. Y el pueblo judío, al que felizmente pertenezco y con cuya mentalidad tengo una profunda afinidad, no tiene ninguna cualidad diferente a la del resto de los pueblos. Según mi experiencia, no es mejor que otros grupos humanos, más allá de que estén protegidos de los peores cánceres por su falta de poder. Al margen de eso, no veo nada de “elegido” en él.



.. I read a great deal in the last days of your book, and thank you very much for sending it to me. What especially struck me about it was this. With regard to the factual attitude to life and to the human community we have a great deal in common.
... The word God is for me nothing more than the expression and product of human weaknesses, the Bible a collection of honorable, but still primitive legends which are nevertheless pretty childish. No interpretation no matter how subtle can (for me) change this. These subtilised interpretations are highly manifold according to their nature and have almost nothing to do with the original text. For me the Jewish religion like all other religions is an incarnation of the most childish superstitions. And the Jewish people to whom I gladly belong and with whose mentality I have a deep affinity have no different quality for me than all other people. As far as my experience goes, they are also no better than other human groups, although they are protected from the worst cancers by a lack of power. Otherwise I cannot see anything 'chosen' about them.
In general I find it painful that you claim a privileged position and try to defend it by two walls of pride, an external one as a man and an internal one as a Jew. As a man you claim, so to speak, a dispensation from causality otherwise accepted, as a Jew the privilege of monotheism. But a limited causality is no longer a causality at all, as our wonderful Spinoza recognized with all incision, probably as the first one. And the animistic interpretations of the religions of nature are in principle not annulled by monopolization. With such walls we can only attain a certain self-deception, but our moral efforts are not furthered by them. On the contrary.
Now that I have quite openly stated our differences in intellectual convictions it is still clear to me that we are quite close to each other in essential things, i.e; in our evaluations of human behavior. What separates us are only intellectual 'props' and 'rationalization' in Freud's language. Therefore I think that we would understand each other quite well if we talked about concrete things.
With friendly thanks and best wishes,
Yours, A. Einstein