domingo, 2 de mayo de 2010

INGENIOSO LIBRO MENTIROSO

Es raro el año en que no me releo el Quijote, en todo o en parte. Ando ahora con "Las ilusiones perdidas" de Balzac, pero este verano me toca cabalgar de nuevo en el rucio de Sancho.

Es del común conocimiento y para general desconcierto, el cúmulo de CONTRADICCIONES que el Quijote contiene. A mi entender, tanto despropósito y tal desastrosa construcción novelesca, conocidas a priori harían vaticinar una novela desechable e ilegible.
Centenares de contradicciones temporales. La mayor, la de la propia novela supuestamente escrita mucho tiempo antes de Cervantes por Cide Hamete Benengeli...o no
Epígrafes de capítulos que no concuerdan con lo que en ellos se cuenta
Capítulos desordenados
Sucesos mal explicados o sin explicar (la pérdida y la recuperación del rucio)
A posteriori resulta que con tales cascotes de derribo está construida la novela más grande jamás elaborada.
Esa es la maravilla que más maravilla y cautiva, que te hace volver a ella una y otra vez, que cada vez la gozas más y mejor, que cada lectura te asombra más cómo su desestructuración construye una estructura tan sólida y perdurable.
En fin. Sólo me queda remitiros, como curiosidad, a estas dos páginas:

Las contradicciones y su función: http://hispanismo.cervantes.es/documentos/osterc.pdf


Las contradicciones explicadas: http://cvc.cervantes.es/obref/aih/pdf/10/aih_10_1_071.pdf

NOTA INFORMATIVA:

Iba a elaborar una entrada con motivo del Día de las Letras (castellanas), pero los acontecimientos se precipitaron, como siempre, sobre mí, y esa entrada está pospuesta sine dia, pero sin esquecemento (sin olvido). Que me sigue apetenciendo ilustrar esa tontería tan cuerda de idiomas hechos para hablar con Dios o con el Diablo.

Y hete aquí que un "viajero" que su camino sigue (se hace camino al andar) aprovechó que el Pisuerga pasa por Valladolid para emplazarme a que aclare un comentario que se me tiene "escapado" sobre El Quijote, ese libro, decía yo, tan desastroso, tan incongruente, tan contradictorio.

Pues bien, palabra cumplida, aunque la entrada me queda coja, mañana a ver si tengo tiempo de ponerle la pata que le falta, que es la entrada inicialmente pensada.

1 comentario:

  1. Mi relación con el Quijote es de amor. Lo he leído tres veces. La primera en el Instituto, con mi profesor Jacinto, quien nos orientaba por dónde empezar y por dónde seguir. La segunda, también con trampa, saltándome los relatos intercalados que nada tienen que ver con la historia principal. Ahí me quedó tan mal sabor de boca que en cuanto Crítica editó la edición de Francisco Rico, en el año 1998, no me lo pensé dos veces y tomé unas vacaciones en el trabajo exclusivamente para leer el Quijote como Dios manda. ¡Mil trescientas páginas incluyendo todas sus notas!

    Los documentos que Amado nos recomienda tienen su interés. Aún así, no tengo claro si Cervantes cometió los errores que se le adjudican de manera deliberada con el fin de imitar los errores que, a su vez, se observan en el Amadís y otras obras similares. La teoría encaja, desde luego, pero yo no desecharía el supuesto de que, en efecto, se tratara de verdaderos despistes de Cervantes, aunque doctores tiene la Santa Madre Iglesia que os sabrán responder. Sirvan para apoyar esta opinión el episodio de Andresillo, Primera Parte, Cap. 4, que no se cita en esos documentos aludidos; y también algunas pruebas aportadas por el propio Francisco Rico en relación con la existencia de erratas en el texto de las primeras ediciones del libro que se fueron arrastrando hasta la actualidad.

    En el primer caso, don Quijote echa las cuentas de lo que el labrador debe al niño en concepto de soldada, produciéndose el siguiente hecho:

    (…)“El labrador bajó la cabeza y, sin responder palabra, desató a su criado, al cual preguntó don Quijote que cuánto le debía su amo. Él dijo que nueve meses, a siete reales cada mes. Hizo la cuenta don Quijote y halló que montaban setenta y tres reales.”(…)

    La nota al pie de página, en la edición de Francisco Rico, en este punto dice lo siguiente: Probablemente no es errata, sino lapsus de Cervantes por “sesenta y tres”.

    Todo es interpretable: nuestros hispanistas podrían haber dicho que Cervantes introduce el error en el texto de manera premeditada con el fin de indicar al público que lo suyo no son las matemáticas (Cervantes fue acusado de robo cuando trabajaba para Hacienda).

    El segundo ejemplo de errores que quería comentar serían aquellos que, estrictu sensu, no podríamos adjudicar al autor del libro sino a erratas de impresión. Francisco Rico tiene analizados multitud de errores tipográficos de las primeras copias del Quijote que, posteriormente, llegaron a cambiar el sentido de las oraciones en que estaban insertos con el fin de dar sentido al texto. Me viene ahora a la memoria el caso de la palabra “mazorca” (=”hilo recogido en el huso”) que siempre se transcribió por “mallorca” dando como resultado, según Rico, que en algunas ediciones se cambiaban los párrafos para situar la acción de lo que Cervantes narraba en la isla de Mallorca… ¡increíble, pero cierto!

    El sorprendente caso del robo del Rucio en Sierra Morena lo explica así Francisco Rico: página 250, nota nº 18: (…) la explicación de esas anomalías probablemente está en que Cervantes nunca llegó a someter el Quijote a una revisión detenida que concordara por completo las abundantes modificaciones que introdujo tanto mientras escribía la novela como a última hora, al entregarla a la imprenta, cambiando de sitio algunos capítulos, intercalando nuevos materiales y omitiendo otros. (…)

    En definitiva, tanto lo dicho aquí como los estudios que nos ha recomendado Amado como sus propias impresiones (“cada lectura te asombra más cómo su desestructuración construye una estructura tan sólida y perdurable”) no hacen más que darle vueltas a lo mismo: ingenioso libro mentiroso.

    Amado, mi enhorabuena por el tema y el enfoque.

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