26-F: MERCADILLO EN MUROS

MUROS DESDE MUROS

Como los árboles no dejan ver el bosque, así esta vista panorámica no deja ver las calles y rincones de Muros, tan gallegos ellos, en el más garimoso de los sentidos.

Mientras "Ella" visitaba la ciudad medieval, yo merodeé por el "barrio" aviar.:

Es un CORMORÁN GRANDE (Phalacrocorax carbo)

Ahora va a pescar.

A continuación un puñado de VUELVEPIEDRAS (Arenaria interpres)

Este se asustó, miradlo qué arlequinado es
También había, sí, "alguna que otra" GAVIOTA ARGENTEA(Larus argentatus)

El diseño de su pico, amarillo intenso con mota roja, es el desencadenante del comportamiento de las crías de abrir el pico para recibir el maná que le traen sus padres. Basta acercar un lápiz amarillo con mancha roja al final para que reaccionen así.

No nos riamos, que nuestros humanos sentidos, tan evolucionados ellos... como los de las gaviotas (pero no más, que conste) también nos engañan, también: poned un dedo cerca de la boca del lactante e intentará mamarlo, ponedle la mano y se asirá. Poned un codo en primer plano y no sabréis si es culo. Podéis visitar cualquier página de ilusiones ópticas o conformaros con comprobar que los cuadrados A y B de este dibujo de Edward H. Adelson son del mismo color y tono negros.

Si queréis ver más ejemplos de cómo la vista nos engaña yo os aconsejo esta página: ILUSIONES ÓPTICAS. Pero cualquier sentido nos engaña cuando el alma está dispuesta y si hace falta, vivimos de ilusión pura y dura, como el vasco del chiste, que no necesita hacerlo con su novia, tan independiente es.

Hay cantidad de comportamientos y aprendizajes innatos en las aves, como el típico ejemplo de los patitos que indentifican como su madre el primer objeto en movimiento que ven al salir del cascarón, y su madre será ya ese objeto para toda su vida, genéticamente programados así para su supervivencia, porque es evidente que el primer objeto en movimiento debe ser su madre natural, si nadie hace trampa. Mutatis mutandi, es lo que nos pasa a nosotros, programados para que en la infancia sigamos y respetemos las indicaciones, consejos y enseñanzas de nuestros mayores, porque esa obediencia, en condiciones naturales, posibilitará nuestro sustento, protección y supervivencia. Y es tan fuerte esa infantil sumisión que a veces perdura, sin que nos demos cuenta, toda la vida, aunque a veces no. Pero yo sigo poniendo los zapatos en el salón por Reyes, y oteando el cielo en busca de la cigüeña cuando se anuncia un nacimiento, y poniendo una vela a San Pancracio para que mi hijo encuentre trabajo. Bueno, es broma, pero podría no serlo. Porque vamos a ver ¿cuántos católicos hemos leído completa la Biblia, Antiguo y Nuevo Testamento? Y cuántos de los lectores hemos hecho una lectura crítica, separando polvo y paja, creíbles e increíbles sucesos bíblicos?

Mosiés separó las aguas del Mar Rojo?

No dudamos los católicos de la veracidad de incontables milagros de Dios, Padre, Hijo y Epto.Sto. y su innumerable santuario, milagros que alteran e incluso transgreden fragantemente las cotidianas y rígidas leyes de la Naturaleza, en contradicción incluso con lo que teólogos y obispos no se cansan de decirnos: que Dios, que todo lo puede, no “puede” interrumpir el curso natural de las cosas, de modo que si “toca” un terremoto en Haití, pues habrá terremoto, porque Él no puede o no quiere o no debe reprimir las fuerzas naturales, pero tampoco las humanas: si el hombre provoca guerras, injusticias, muerte y devastación, no alterará Dios el libre albedrío humano. No esperemos pues milagros... pero al mismo tiempo nos dicen que creamos, y creemos, en miles y miles de milagros antinaturales y antihumanos. Tenemos, pues, la Fe inscrita en los genes, para favorecer la supervivencia individual y tribal y colectiva... y creemos y morimos creyendo que no morimos.