martes, 21 de febrero de 2012

LA BUENA EDUCACIÓN


La educación, dignificando la profesión, este artículo hai que difundirlo


Carles Capdevila, Periodista

Educar debe de ser una cosa parecida a espabilar a los niños y frenar a los adolescentes. Justo lo contrario de lo que hacemos: no es extraño ver niños de cuatro años con cochecito y chupete hablando por el móvil, ni tampoco lo es ver algunos de catorce sin hora de volver a casa. Lo hemos llamado sobreprotección, pero es la desprotección más absoluta: el niño llega al insti sin haber ido a comprar una triste barra de pan, justo cuando un amigo ya se ha pasado a la coca.

Sorprende que haya tanta literatura médica y psicopedagógica para afrontar el embarazo, el parto y el primer año de vida, y que exista un vacío que llega hasta los libros de socorro para padres de adolescentes, esos que lucen títulos tan sugerentes como Mi hijo me pega o Mi hijo se droga . Los niños de entre dos y doce años no tienen quien les escriba. Desde que abandonan el pañal (¡ya era hora!) hasta que llegan las compresas (y que duren), desde que los desenganchas del chupete hasta que te hueles que se han enganchado al tabaco, los padres hacemos una cosa fantástica: descansamos. Reponemos fuerzas del estrés de haberlos parido y enseñado a andar y nos desentendemos hasta que toca irlos a buscar de madrugada a la disco. Ahora que al fin volvemos a poder dormir, y hasta que el miedo al accidente de moto nos vuelva a desvelar, hacemos una siesta educativa de diez o doce años .

Alguien se estremecerá pensando que este período es precisamente el momento clave para educarlos. Tranquilo, que por algo los llevamos a la escuela. Y si llegan inmaduros a primero de ESO que nadie sufra, allá los esperan los colegas de bachillerato que nos los sobreespabilarán en un curso y medio, máximo dos. Al modelo de padres que sobreprotege a los pequeños y abandona los adolescentes nadie los podrá acusar de haber fracasado educando a sus hijos. No lo han intentado siquiera. Los maestros hacen algo más que huelga o vacaciones, y la educación es bastante más que un problema. Pido perdón tres veces: por colocar en un título tres palabras tan cursis y pasadas de moda, por haberlo hecho para hablar de los maestros, y, sobre todo sobre todo, porque mi idea es -lo siento mucho- hablar bien de ellos. Sé que mi doble condición de padre y periodista, tan radical que sus siglas son PP, me invita a criticarlos por hacer demasiadas vacaciones (como padre) y me sugiere que hable de temas importantes, como la ley de educación (es lo mínimo que se le pide a un periodista esta semana). Pero estoy harto de que la palabra más utilizada junto a escuela sea 'fracaso' y delante de educación acostumbre a aparecer siempre el concepto 'problema', y que 'maestro' suela compartir titular con 'huelga'. La escuela hace algo más que fracasar, los maestros hacen algo más que hacer huelga (y vacaciones) y la educación es bastante más que un problema. De hecho es la única solución, pero esto nos lo tenemos muy callado, por si acaso.

Mi proceso, íntimo y personal, ha sido el siguiente: empecé siendo padre, a partir de mis hijos aprendí a querer el hecho educativo, el trabajo de criarlos, de encarrilarlos, y, mira por donde, ahora aprecio a los maestros, mis cómplices. ¿Cómo no he de querer a una gente que se dedica a educar a mis hijos? Por esto me duele que se hable mal por sistema de mis queridos maestros, que no son todos los que cobran por hacerlo, claro está, sino los que son, los que suman a la profesión las tres palabras del título, los que mientras muchos padres se los imaginan en una playa de Hawai están encerrados en alguna escuela de verano, haciendo formación, buscando herramientas nuevas, métodos más adecuados. Os deseo que aprovechéis estos días para rearmaros moralmente. Porque hace falta mucha moral para ser maestro. Moral en el sentido de los valores y moral para afrontar el día a día sin sentir el aprecio y la confianza imprescindibles. Ni los de la sociedad en general, ni los de los padres que os transferimos las criaturas pero no la autoridad. ¿Os imagináis un país que dejara su material más sensible, las criaturas, en sus años más importantes, de los cero a los dieciséis, y con la misión más decisiva, formarlos, en manos de unas personas en quienes no confía?

Las leyes pasan, y las pizarras dejan de ensuciarnos los dedos de tiza para convertirse en digitales. Pero la fuerza y la influencia de un buen maestro siempre marcará la diferencia: el que es capaz de colgar la mochila de un desaliento justificado junto a las mochilas de los alumnos y, ya liberado de peso, asume de buen humor que no será recordado por lo que le toca enseñar, sino por lo que aprenderán de él.

REENVIALO A TODOS LOS DOCENTES QUE CONOZCAS

2 comentarios:

  1. Amado, vas a ir al cine? yo creo que ahora mismo la mejor peli que hay en cartelera es Drive. Y este finde voy loco por ver Shame, a ver...

    ¿pero al final has visto o no La Piel Que Habito? Yo creo que si te gustó La Mala Educación te gustará La Piel, pues ambos son un thriller con muchas muchas capas y giros. Partamos del hecho de que la película está basada en una novela bastante sorprendente.Si la has leído puedes disfrutar de los cambios que ha realizado el director y si no te sorprenderá la trama como en la novela. Asimismo la peli se alimenta de ciertas influencias de otras películas-muy recomendables si no las has visto. El caso más obvio es el de Ojos Sin Rostro de Franju. También he leído por ahí la referencia a Frankenstein, pero me parece una referencia gratuita. Pero es que el cine de Almodovar está lleno de referencias de todo tipo. ¿Te fijaste en el homenaje que hay a Perdición en La Mala Educación?

    Por otro lado en la peli ves como el director mima a su actriz protagonista al máximo y eso se ve reflejado en los fotogramas. El trabajo de Anaya es excelente, su Goya es merecidísimo y se abre posiblemente una nueva etapa de colaboración entre el director y la actriz.

    Otro punto que me gustaría señalarte es el de la música. Para mi las dos mejores partituras de Alberto Iglesias son las de la Piel y La Mala Educación.

    ¿Todo es redondo? pues no. Para mi gusto le sobra el monólogo explicativo de Marisa Paredes, para el lucimiento de la actriz y alguna salida de tono del director.

    Por ahí he leído que No Habrá Paz era mucho mejor que la Piel. Para gustos los colores.

    Y colorín colorado...

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  2. Los padres hace bastante tiempo que hemos dejado de ejercer de padres y, la verdad, no sé de que coño ejercemos con los hijos. Es deprimente cuando hay una reunión en el instituto para ver como van a desarrollar el curso y te encuentres con que van 4 personas y dos, mi mujer y yo, eramos de un mismo alumno. Creo que en la clase de mi hija hay 25 ó 30 crios. Una pena

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