Como en tantas cosas, como en todo, "el ciudadano de a pié", que nada investiga, que nada comprueba, que nada puede hacer... sólo se informa, lee, mira, escucha y luego decide qué creer. Yo, uno más, he decidido creerme que lo del cambio climático tiene fundamento, pero quizas hay también fundamento para creer lo contrario. Leed estos artículos de "El País" de hoy y luego comentamos. Vale?
Amado, tu posición parece ambivalente. Me interesa el tema. En 2006 sostuve un duro debate en mi blog sobre esta cuestión. Si tienes un rato te pediría que leyeras mis comentarios, están en el siguiente enlace: http://paredesz.blogspot.com/2006/11/pavores-ecolgicos-continuacin-del.html
ResponderEliminarMi posición no ha variado mucho desde entonces. Creo que esto del "cambio climático" no se reduce a una cuestión meramente técnica. Si así fuese sería todo más sencillo. El problema es que se empieza hablando de playas contaminadas y generalmente se acaba en el “fin del mundo”, el “final de la especie humana”, “fin de la vida”, “Apocalipsis”, y demás conceptos que desbordan ampliamente los cierres de las ciencias involucradas en su estudio.
No negaré la validez de las mediciones de campo realizadas por geógrafos, climatólogos, meteorólogos y demás estudiosos pero lo que me resulta más difícil de aceptar, Amado, es que estas gentes proyecten esos resultados en un tiempo futuro –en que, ay, seguramente ellos ya no estarán y nadie les podrá exigir responsabilidades– y además nos digan lo malos que somos y pobrecita Tierra.
En la discusión de 2006 que mencioné al principio de este comentario incluí un breve texto de Lactancio, maestro del siglo III, en el que describe el fin del mundo. Este texto, extraído de la obra Instituciones divinas, no difiere mucho del final que nos tienen preparados los teóricos del “cambio climático” de hoy en día. Dice así:
“El Sol oscurecerá para siempre, de forma que no habrá diferencia entre el día y la noche, la Luna ya no se pondrá durante tres horas, sino que, manchada constantemente en sangre, hará recorridos extraños para que el hombre no pueda conocer ni el curso de las estrellas ni el significado de los tiempos. Vendrá, en efecto, el Verano en Invierno, el Invierno en Verano. Entonces, los años se acortarán, los meses serán más breves y los días más cortos, y las estrellas caerán en gran abundamiento, de forma que el cielo quedará totalmente ciego al no haber en él ninguna luz”.