Reconozco la poca calidad, pero reconceréis la mucha premonicion.
(¿Demagógica? No, no había demagogia a mis 20 años. A los 60, tampoco)
...
...
Es la mar
la mujer del marinero,
es su huerta y es su vida
y es mucho más.
Es verde y azul
y es salda
del marino la mar
del marino la amada.
Es la mar
la madre que parió
a la vida
y que le da de mamar.
Es ancho y profundo
su seno,
de la vida el altar,
de la vida el pecho.
¡La mar eterna,
la mar...!
¡Que no es eterna,
que no lo es!
("Lo vamos a pensar,
vamos en primer término
a arreglar los asuntos
humanos,
los más grandes primero,
todos los otros después,
y entonces...")
Es el mar
el reino del submarino,
del torpedo y la explosión,
paraíso del guerrero.
Es rojo y más rojo
y tridimensional,
de la muerte el cero,
de la muerte, el foso.
Es el mar
el basurero del mundo,
es su almacén y su tumba;
antes ruta de culturas,
hoy del petróleo la ruta.
Es negro, es oscuro,
del hombre la cuna,
del hombre el futuro.
La vieja mar,
la mar...
¡qué vieja es,
qué enferma está!
¡Será tarde "entonces"!
¿Vamos aún a pensarlo?
¿Será la mar
víctima de su propio vientre,
de su vientre envenenado?
¿No habrá cirujanos
que sepan
cortar por lo sano,
no los habrá
que quieran,
que puedan,
no los habrá?
¡AHORA!
¡Hay que hacerlo ahora!
Y así, cortando
por lo sano,
por lo poco que aún queda sano.
Con el bisturí de la cienda
y de la vida,
con las manos del amor
y de la fé,
con los ojos del saber
y del temer,
con las ansias
de un futuro
con mar verde,
con mar fértil,
con mar.
Las primeras estrofas que hacen referencia a la mujer, la huerta y la vida del marinero solo pueden salir de un gallego. En el Mediterráneo la mar se vive de otra manera, simplemente distinta, pero igual de sentida.
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